LA MUESTRA
Penas de muerte la muestra- propone un recorrido filoso por los distintos modos de ejecutar a un ser humano. Una pequeña enciclopedia ilustrada de horcas, guillotinas, fusilamientos, electrocuciones, aplastamientos y descuartizamientos: pequeñas delicias de la pena capital. Collages originales que integran el primer libro del artista plástico Mariano Lucano.
"La pena capital o pena de muerte es la ejecución de un prisionero como castigo por un crimen o delito. La expresión proviene del indoeuropeo caput, 'cabeza', a traves del latín capitalis. Desde la creación del código de Hammurabi (Babilonia, 1790-1750, a.C.), las diferentes legislaciones -incluidos los textos sagrados de diversas religiones- contemplan la pena capital como un hecho lícito. A lo largo de la historia estos actos fueron celebrados públicamente. (…) Desde el punto de vista legislativo, la cuestión que debería ser examinada es que, una vez aplicada, la pena de muerte resulta irreversible y, obviamente, irreparable. Al ser eliminado el protagonista, éste ya no es susceptible de ningún tipo de investigación o revisión reparadora posterior."
Mariano Lucano nació en Buenos Aires en 1968. Es diseñador gráfico (UBA, 1995) y fundador y codirectorde la Revista Barcelona. En el terreno de las artes plásticas ha realizado cursos con José Marchi, Eduardo Ferro, Carlos Garaycochea, Carlos Nine y Fernando Bedoya. Fue Jefe de Arte de las revistas La Maga y La García. Publicó sus trabajos en Visión Latinoamericana, Playboy , Trespuntos, Latido, Nueva y Abuela de Plaza de Mayo.
Ilustró libros para las editoriales Agón, Troquel, Santillana, Alfaguara , Scanpress, Norma y Aike. Diseñó la tapa del disco Pocketpop, de María Gabriela Epumer y el juego Teg la Revancha . Endiciembre de 2001 recibió el Premio Adepa (Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas) por sus trabajos en la revistas Nueva y La Maga.
-El montaje de grabados hace acordar a los collages surrealistas de Max Ernst.
-Sí, pero la cosa de la máquina es más dadaísta que surrealista. El surrealismo, quizás por culpa de Dalí, tiene una imagen más blanda. Y el Dadá no, es máquina y es máquina atroz. Dadá no propone cómo construir, sino destruir. Los dadaístas hacían máquinas porque pensaban que la máquina había llevado a la humanidad a la Primera Guerra Mundial.
-Y justamente en 1916, cuando la gran cantidad de bajas de la ofensiva del Somme puso a la opinión pública europea contra aquella guerra, fue que Kafka escribió y leyó en público en Munich su famoso cuento sobre una máquina de suplicio y muerte, "En la colonia penitenciaria".
Penas de muerte la muestra- propone un recorrido filoso por los distintos modos de ejecutar a un ser humano. Una pequeña enciclopedia ilustrada de horcas, guillotinas, fusilamientos, electrocuciones, aplastamientos y descuartizamientos: pequeñas delicias de la pena capital. Collages originales que integran el primer libro del artista plástico Mariano Lucano.
"La pena capital o pena de muerte es la ejecución de un prisionero como castigo por un crimen o delito. La expresión proviene del indoeuropeo caput, 'cabeza', a traves del latín capitalis. Desde la creación del código de Hammurabi (Babilonia, 1790-1750, a.C.), las diferentes legislaciones -incluidos los textos sagrados de diversas religiones- contemplan la pena capital como un hecho lícito. A lo largo de la historia estos actos fueron celebrados públicamente. (…) Desde el punto de vista legislativo, la cuestión que debería ser examinada es que, una vez aplicada, la pena de muerte resulta irreversible y, obviamente, irreparable. Al ser eliminado el protagonista, éste ya no es susceptible de ningún tipo de investigación o revisión reparadora posterior."
Mariano Lucano nació en Buenos Aires en 1968. Es diseñador gráfico (UBA, 1995) y fundador y codirectorde la Revista Barcelona. En el terreno de las artes plásticas ha realizado cursos con José Marchi, Eduardo Ferro, Carlos Garaycochea, Carlos Nine y Fernando Bedoya. Fue Jefe de Arte de las revistas La Maga y La García. Publicó sus trabajos en Visión Latinoamericana, Playboy , Trespuntos, Latido, Nueva y Abuela de Plaza de Mayo.
Ilustró libros para las editoriales Agón, Troquel, Santillana, Alfaguara , Scanpress, Norma y Aike. Diseñó la tapa del disco Pocketpop, de María Gabriela Epumer y el juego Teg la Revancha . Endiciembre de 2001 recibió el Premio Adepa (Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas) por sus trabajos en la revistas Nueva y La Maga.
-El montaje de grabados hace acordar a los collages surrealistas de Max Ernst.
-Sí, pero la cosa de la máquina es más dadaísta que surrealista. El surrealismo, quizás por culpa de Dalí, tiene una imagen más blanda. Y el Dadá no, es máquina y es máquina atroz. Dadá no propone cómo construir, sino destruir. Los dadaístas hacían máquinas porque pensaban que la máquina había llevado a la humanidad a la Primera Guerra Mundial.
-Y justamente en 1916, cuando la gran cantidad de bajas de la ofensiva del Somme puso a la opinión pública europea contra aquella guerra, fue que Kafka escribió y leyó en público en Munich su famoso cuento sobre una máquina de suplicio y muerte, "En la colonia penitenciaria".
¿Cómo surgió la idea del libro?
-A partir de que un amigo, Pablo Marchetti, socio en Barcelona, me regaló La pena de muerte y los derechos humanos (1987), de Daniel Sueiro, y Jorge Altamira me regaló un libro de grabados del siglo XIX. Así empecé una investigación en random, tanto de textos como de imágenes, guiada un poco por el azar objetivo surrealista. Para las imágenes halladas, me puse como requisito que debían ser sin medios tonos: grabados de punta seca (como los de Doré) o calcografías [estampa de planchas de cobre o zinc grabadas en hueco]. Busqué en revistas de época, billetes y estampillas. Después fotocopiaba, agrandaba, achicaba y ahí se iban empalmando las máquinas de matar. Durante la investigación descubrí cosas muy interesantes. Por ejemplo, Rafael Cansinos Assens escribe que cada país mata de una manera distinta. La crucifixión era de los romanos contra los judíos; la horca es inglesa; el garrote vil, español; la guillotina, francesa; la lapidación, tanto judía como árabe; habría que agregar que la silla eléctrica es estadounidense.
-A partir de que un amigo, Pablo Marchetti, socio en Barcelona, me regaló La pena de muerte y los derechos humanos (1987), de Daniel Sueiro, y Jorge Altamira me regaló un libro de grabados del siglo XIX. Así empecé una investigación en random, tanto de textos como de imágenes, guiada un poco por el azar objetivo surrealista. Para las imágenes halladas, me puse como requisito que debían ser sin medios tonos: grabados de punta seca (como los de Doré) o calcografías [estampa de planchas de cobre o zinc grabadas en hueco]. Busqué en revistas de época, billetes y estampillas. Después fotocopiaba, agrandaba, achicaba y ahí se iban empalmando las máquinas de matar. Durante la investigación descubrí cosas muy interesantes. Por ejemplo, Rafael Cansinos Assens escribe que cada país mata de una manera distinta. La crucifixión era de los romanos contra los judíos; la horca es inglesa; el garrote vil, español; la guillotina, francesa; la lapidación, tanto judía como árabe; habría que agregar que la silla eléctrica es estadounidense.
-¿Cuánto tiempo hace que venís trabajando en esta serie?
-Más de 10 años. El primer collage es de 1997; está impreso en la última página, como un sello mío. Esa fue una primera etapa. Después, otra etapa, a partir de 2003, fue publicarlos en Barcelona, acompañados de textos. Por último armé el libro como libro. Lo pensé como un juego de enciclopedia, con una clasificación y definiciones.
-El que Susana Giménez haya dicho aquella frase infame, ¿puso de moda el tema? ¿Cómo capitalizó Barcelona esta coyuntura para la difusión de tu libro?
-Barcelona se basa en las agendas de los otros medios, no de la realidad. Los gnomos y Julio López son los únicos temas en los que no coincidimos con esas agendas. Y la pena de muerte siempre está "de moda". Te recomiendo buscar en Internet la historia de Caryl Chessman, un condenado a muerte que en los años '50 escribió varios libros en la cárcel, entre ellos uno titulado La ley me quiere muerto; ¡un muy buen título!
-¿Pensás que algún día la humanidad evolucionará y la pena de muerte será definitivamente abolida, recordada como una mera barbarie del pasado?
-No creo, o al menos no creo que lleguemos a verlo nosotros. Siempre va a haber un tipo que piense que un problema se soluciona matando a otro. "El que mata tiene que morir" es pedir al Estado que mate, es pura emoción violenta. Pero se supone que la justicia es imparcial y correctiva, no punitiva; si no, es venganza.
-Más de 10 años. El primer collage es de 1997; está impreso en la última página, como un sello mío. Esa fue una primera etapa. Después, otra etapa, a partir de 2003, fue publicarlos en Barcelona, acompañados de textos. Por último armé el libro como libro. Lo pensé como un juego de enciclopedia, con una clasificación y definiciones.
-El que Susana Giménez haya dicho aquella frase infame, ¿puso de moda el tema? ¿Cómo capitalizó Barcelona esta coyuntura para la difusión de tu libro?
-Barcelona se basa en las agendas de los otros medios, no de la realidad. Los gnomos y Julio López son los únicos temas en los que no coincidimos con esas agendas. Y la pena de muerte siempre está "de moda". Te recomiendo buscar en Internet la historia de Caryl Chessman, un condenado a muerte que en los años '50 escribió varios libros en la cárcel, entre ellos uno titulado La ley me quiere muerto; ¡un muy buen título!
-¿Pensás que algún día la humanidad evolucionará y la pena de muerte será definitivamente abolida, recordada como una mera barbarie del pasado?
-No creo, o al menos no creo que lleguemos a verlo nosotros. Siempre va a haber un tipo que piense que un problema se soluciona matando a otro. "El que mata tiene que morir" es pedir al Estado que mate, es pura emoción violenta. Pero se supone que la justicia es imparcial y correctiva, no punitiva; si no, es venganza.
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